Las batallas entre cristianos y musulmanes en la península Ibérica favorecieron el desarrollo de una literatura que narraba los enfrentamientos en los que destacaba un héroe. Se hizo a través de textos narrativos en verso, especialmente durante los siglos XII y XIII. Estos cantares, cantares de gesta, eran transmitidos por juglares que podían acompañar la narración de música y mímica.
De la época castellana se conserva casi íntegramente el Poema de mio Cid, un fragmento del Cantar de Roncesvalles y hay noticias de la existencia de otro sobre los siete infantes de Lara. Estamos ante el primer gran libro en español y que marca la historia de la literatura española.
El Poema de mio Cid
El Poema de mio Cid o Cantar de mio Cid es un cantar de gesta de autor desconocido, aunque hay varias teorías al respecto y su escritura se sitúa alrededor de 1140 (El protagonista, Rodrigo Díaz de Vivar, nació en torno a 1043). La primera copia conservada, firmada por Per Abbat, es del siglo XIV.
El poema narra hechos reales de personajes que existieron, aunque algunos elementos forman parte de la ficción narrativa. En concreto, el Cantar de mio Cid se centra en la parte final de la vida de Rodrigo Díaz de Vivar, desde que inicia el primer destierro en 1081 hasta su muerte en 1099. Todo lo que ocurre en torno a las bodas de las hijas del Cid con los infantes de Carrión carece de fundamento histórico.
Estructura y resumen del Mio Cid
El Poema de mio Cid está compuesto por 3735 versos. Se divide en tres partes.
Cantar del destierro
El Cid ha sido desterrado por el rey Alfonso VI y tras dejar a su mujer y a sus hijas en el monasterio de Cardeña, abandona Burgos junto a sus hombres. El Cid lucha frente a los musulmanes manteniéndose fiel al monarca, gana batallas de forma heroica, logra botines que reparte entre sus hombres enviando siempre una parte al rey.
Cantar de las bodas
Tras conquistar Valencia, recupera la confianza del rey, que permite a su esposa, Jimena, y a sus hijas, Elvira y Sol, que vayan a Valencia junto a Rodrigo. El rey proponer casar a las hijas del Campeador con los infantes de Carrión y el Cid acepta, aunque con recelos.
Cantar de la afrenta de Corpes
Los infantes quedan en ridículo tras reaccionar con cobardía cuando escapa un león y en la batalla, lo que ocasiona las risas de los hombres del Cid. Se vengan azotando a sus mujeres en el robledal de Corpes y dejándolas abandonadas. Este comportamiento es castigado en las cortes de Toledo haciendo que devuelvan al Cid las dotes por sus hijas y que representantes del Cid se batan con ellos en duelo. Lo harán Pedro Bermúdez y Martín Antolínez, que salen triunfadores. El poema termina con el anuncio de la boda de las hijas del Cid con los príncipes de Navarra y Aragón.
Métrica y estilo
El poema está compuesto por versos de arte mayor divididos en dos partes (hemistiquios) con una pausa entre ellos (cesura). Se agrupan en series de rima única asonante (tiradas monorrimas). La extensión de estas tiradas es variable.
Los recursos utilizados son propios de su carácter oral, destacando:
- Fórmulas fijas como epítetos épicos: el Cid, el de la crecida barba o el campeador.
- Llamadas de atención a los oyentes por medio de la segunda persona o primera persona del plural: Oíd lo que entonces dijo Álvar Fáñez, el leal.
- Alternancia de diferentes tiempos verbales para dar dinamismo.
- Abundancia de recursos de repetición (paralelismo, anáfora...). Allí aguijan los caballos, allí los sueltan de rienda.
- Uso de exclamaciones e interrogaciones retóricas.
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