Pasos previos al comentario de texto: la lectura
- Leer detenidamente y comprender el texto (consultar diccionario).
- Enumerar las líneas que componen el texto (de 5 en 5) para después poder enumerar las partes.
- Debemos subrayar las palabras clave y las ideas principales.
- Anotar lo más destacado de cada párrafo al margen.
Ejecución del comentario de texto
Adecuación
- ¿Quién es el emisor?
- ¿Quién es el receptor?
- ¿Cuáles son el canal y el código utilizado?
Coherencia
- Enunciar el tema: debe ser breve, una oración nominal de hasta 10 palabras.
- Resumen: entre 5 y 6 líneas con nuestras palabras e incluyendo la idea principal.
- Organización de ideas: mencionar la estructura externa (número de párrafos, estrofas o intervenciones) e interna, con ideas principales y secundarias (de qué línea hasta qué línea) y se la estructura delimita planteamiento, nudo y desenlace.
Cohesión
- Procedimientos léxicos de cohesión: repeticiones, sustituciones y asociaciones.
- Procedimientos gramaticales: deícticos, elipsis y marcadores textuales.
Tipología textual
- Tipo de texto y finalidad.
- Elementos del tipo de texto.
- En el caso de una narración habría que decir cuál es la acción, personajes, narrador, escenario y tiempo.
- En textos argumentativos, tesis y argumentos.
- En textos descriptivos, tipo concreto de descripción.
- En diálogo, intervenciones y acotaciones.
- En textos expositivos, tipo de estructura.
- ¿Es un texto objetivo o subjetivo?
Morfología y sintaxis
- Si hay un mayor uso de verbos, sustantivos o adjetivos.
- Si predominan las oraciones simples o compuestas.
Valoración personal
- Opinión sobre el tema: con nuestras palabras, redactamos en torno a 200 palabras con nuestro pensamiento sobre el asunto, manifestando si estamos a favor o en contra con al menos dos argumentos.
Ejemplo de comentario de texto resuelto
El rostro de Almudena, de una fealdad expresiva, moreno cetrino, con barba rala, negra como el ala del cuervo, se caracterizaba principalmente por el desmedido grandor de la boca, que, cuando sonreía, afectaba una curva cuyos extremos, replegando la floja piel de los carrillos, se ponían muy cerca de las orejas. Los ojos eran como llagas ya secas e insensibles, rodeados de manchas sanguinosas; la talla mediana, torcidas las piernas. Su cuerpo había perdido la conformación airosa por la costumbre de andar a ciegas, y de pasar largas horas sentado en el suelo con las piernas dobladas a la morisca. Vestía con relativa decencia, pues su ropa, aunque vieja y llena de mugre, no tenía desgarrón ni avería que no estuvieran enmendados por un zurcido inteligente, o por aplicaciones de parches y retazos. Calzaba zapatones negros, muy rozados, pero perfectamente defendidos con costurones y remiendos habilísimos.
«Pues a lo que íbamos, Almudena -dijo la señá Benina, quitándose el pañuelo para volver a ponérselo, como persona desasosegada y nerviosa que quiere ventilarse la cabeza-. Tengo un grave compromiso, y tú, nada más que tú, puedes sacarme de él.
-Dicermiella, tú…
-¿Qué pensabas hacer esta tarde?
-En casa mí, mocha que jacer mí: lavar ropa mí, coser mocha, remendar mocha.
-Eres el hombre más apañado que hay en el mundo. No he visto otro como tú. Ciego y pobre, te arreglas tú mismo tu ropita; enhebras una aguja con la lengua más pronto que yo con mis dedos; coses a la perfección; eres tu sastre, tu zapatero, tu lavandera... Y después de pedir en la parroquia por la mañana, y por las tardes en la calle, te sobra tiempo para ir un ratito al café... Eres de lo que no hay; y si en el mundo hubiera justicia y las cosas estuvieran dispuestas con razón, debieran darte un premio... Bueno, hijo: pues lo que es esta tarde no te dejo trabajar, porque tienes que hacerme un servicio... Para las ocasiones son los amigos.
-¿Qué sucieder ti?
-Una cosa tremenda. Estoy que no vivo. Soy tan desgraciada, que si tú no me amparas me tiro por el viaducto... Como lo oyes.
-Amri... tirar no.
-Es que hay compromisos tan grandes, tan grandes, que parece imposible que se pueda salir de ellos. Te lo diré de una vez para que te hagas cargo: necesito un duro…
-¡Un durro! -exclamó Almudena, expresando con la súbita gravedad del rostro y la energía del acento el espanto que le causaba la magnitud de la cantidad.
-Sí, hijo, sí... un duro, y no puedo ir a casa si antes no lo consigo. Es preciso que yo tenga ese duro: discurre tú, pues hay que sacarlo de debajo de las piedras, buscarlo como quiera que sea.
-Es mocha... mocha... -murmuraba el ciego volviendo su rostro hacia el suelo.
-No es tanto -observó la otra, queriendo engañar su pena con ideas optimistas-. ¿Quién no tiene un duro? Un duro, amigo Almudena, lo tiene cualquiera... Con que ¿puedes buscármelo tú, sí o no?».
Misericordia. Benito Pérez Galdós
Adecuación, coherencia y cohesión
Adecuación
Coherencia
- Parte descriptiva:
- Parte dialogada:
Cohesión
- Repetición de palabras: “mocha” (línea 16 y 17). “Compromiso”...
- Campo semántico del trabajo doméstico: “Lavar”, “coser” y “remendar” (línea 18 y 19).
- Anáfora: “tú” en la línea 16 para referirse a Almudena.
Tipología textual
- Narrador: 3ª persona.
- Tiempo: es una época contemporánea a la del autor del texto, es decir, el siglo XIX.
- Escenario: una calle.
- Personajes: dos protagonistas, Benina (sirvienta) y Almudena (hombre extranjero, pobre y ciego).
Morfología y sintaxis
- Modalidad oracional: predominan las oraciones enunciativas, aunque con gran presencia de las interrogativas en el diálogo.
- Sintaxis: existen numerosas oraciones compuestas, siendo yuxtapuestas en la descripción como es habitual en este género. En el diálogo se alternan oraciones simples y compuestas
- Morfología: en el párrafo inicial, tenemos un predominio de sustantivos y adjetivos, mientras que en el diálogo, hay un mayor uso de verbos.